Adivina, adivinanza.
¿Cuál es el ave que no tiene panza?
(El Ave María)
Blanco por dentro,
verde por fuera;
si quieres que te lo diga,
es-pera.
(La pera)
Este banco está ocupado
por un padre y por un hijo:
el padre se llama Juan
y el hijo ya te lo he dicho.
(Esteban)
Oro parece,
plata-no es;
el que no lo adivine,
bien tonto es.
(El plátano)
Por un caminito adelante
va caminando un bicho
y el nombre de ese bicho
ya te lo he dicho.
(La vaca)
Una señorita muy señoreada,
siempre va en coche
y siempre va mojada.
(La lengua)
Hay algunas adivinanzas que tienen un inconfundible aroma local, pues presentan claros rasgos dialectales, en este caso del dialecto extremeño (la terminación de diminutivo en – ino):
Alto, alto
como un pino
y cabe en un cacharrino.
(El humo)
Largo, largo
como un camino
y cabe en un pucherino.
(El hilo)
Encontramos otras que, por su sonoridad y originalidad (a la vez que adivinanzas parecen trabalenguas), merecen también una mención especial:
Pínguili, pingli, estaba pingando,
Mánguli mangli la estaba mirando,
Si Pínguili pingli no se cayese,
Mánguili mangli no se la comiese.
(La bellota —Pínguili pingli— y el cerdo —Mánguili mangli—)
Estando pinquín que pingaba
vino hocín que hozaba
tumbó a pinquín que pingaba
y se lo comió hocín que hozaba.
(Pinquín = la castaña; hocín = el jabalí)
El resto de las adivinanzas, a cual más divertida, ingeniosa e interesante, las clasificaremos en los siguientes apartados:
Como veremos, los inventores de adivinanzas tienen predilección por algunos objetos cotidianos ricos en simbolismo, tales como el huevo , la luna, la bellota, la zarzamora o la cebolla, la oscuridad, el río y los canales del tejado: nos los encontraremos ocultos bajo múltiples disfraces.
A cuestas llevo mi casa.
Camino sin tener patas.
Por donde mi cuerpo pasa
queda un hilillo de plata.
(El caracol)
Adentro no hay quien me alcance
y si salgo sufro un percance.
(El pez)
Con su cola inmensa,
vestido de gris,
busca tu despensa
en cualquier país.
(El ratón)
Duermo en una cama
que jamás se arruga.
De todas las hierbas,
prefiero la lechuga.
Tengo orejas largas
y una cola diminuta.
Si echamos una carrera,
gano sin disputa.
(El conejo)
Fluyo más fluida que la dulce rima.
Caigo hermosamente, mas subir no puedo.
Diez mil toneladas resisto sin miedo
pero el aire siempre me marca y lastima.
(La rana)
Hay ocho que están en pie,
dos a punto de aferrarse
y dos ojos desafiando.
(El cangrejo)
Los dedos muy separados,
la ropa de mil colores.
Van veloces y ordenados.
Los buscan los cazadores.
(Los patos)
Mi inicial ancla en barco, pero nunca en navío.
Y mi segunda letra la encuentras en umbrío.
La tercera letra está en horno pero no entra en calor.
La cuarta te la brinda la misma hoja que dar.
Cuando el sol ilumina, me envuelve un gran hastío,
mas del bosque de tinieblas soy siempre el gran señor.
(El búho)
Mi inicial está en curva pero no en carretera
y mi segunda letra se encuentra en exquisito.
En rechoncho y no obeso encontrarás mi tercera.
Doméstico y paciente, me sirvo del detrito
para hacer las delicias del mundo entero.
(El cerdo)
Mi inicial está en ogro
pero no soy violenta.
La uve de victoria es mi segunda letra.
Soy la mejor amiga de la gente friolera.
El país donde vivo en riqueza abunda.
(La oveja)
Mi inicial está en paz
y la segunda se agita como un ala.
En todos los países voy vestido de gala,
unas veces de blanco y otras de color plomizo.
(La paloma)
No vuela muy alto pero es presumido.
Calza espuelas, mira con ojos feroces.
Soberbio y distante, pésimo marido,
se levanta pronto, grita a dos voces.
(El gallo)
Si preguntas mi nombre
mi inicial está en guante
y mi segunda letra
anda siempre ambulante.
La tercera y la cuarta
se hallarán en total .
Soy el más listo y guapo...
pero el menos cordial.
(El gato)
Sobre tierra y mar me encanta volar,
goleta y también ondina.
Comienzo a viajar
cuando el aire se ilumina.
(La golondrina)
Soy una piedra preciosa
que se extravió en el jardín.
En la hiedra o en la rosa
me encuentras siempre en trajín.
(La mariquita)
Va caminando por un senderito
Te da muchas cosas y va despacito.
(La vaca)
Verde nací,
verde viví
y verde moriré.
(El lagarto)
Vuelo de noche,
duermo de día
y nunca verás plumas
en el ala mía.
(El murciélago)
Zumba el vuelo vibrador.
En su casa todo es oro.
Trabaja haciendo un tesoro
con lo que le da la flor.
(La abeja)
Amarilla en el centro,
blanca por fuera.
Si fuera huevo,
estaría en la nevera,
pero como no lo soy
aparezco en primavera.
(La margarita)
Blanco fue mi nacimiento,
verde mi niñez,
roja mi madurez
y negra mi vejez.
(La mora)
Casquete sobre casquete
casquete de paño fino
no lo adivinarás en un año
y en dos porque te lo digo.
(La cebolla)
Don Dolindón el viejo
Lleva dos mil a caballo
Todos visten de negro
Menos don Dolindón el viejo
(El olivo)
El sol las madura,
la mano las rompe.
El pie las tritura,
la boca las bebe.
(Las uvas)
En el campo fui nacida,
mis hermanos son los ajos,
y aquel que llora por mí
me está partiendo en pedazos.
(La cebolla)
Era un sol en miniatura
y en la hierba la encontré.
Cuando sin piel la dejé,
me fascinó su frescura.
(La naranja)
Es un fruto delicioso,
aunque no es el más carnoso.
Su piel es roja y brillante.
(La cereza)
Fui al campo, encontré un madero,
hice dos artesas y un caldero.
(La bellota)
Fui al monte, corté un palito,
hice una artesa y un calderito.
(La bellota)
Había una casita verde
y en esa casita verde había una casita amarilla
y en esa casita amarilla otra casita muy blanca
y en esa casita blanca un corazón también blanco.
(La nuez)
Largo, largo como una soga
y tiene dientes como una zorra.
(La zarzamora)
No tengo cabeza, pero llevo sombrero,
sin pies me mantengo erguido.
En los bosques me aglomero,
por los duendes soy muy querido.
(La seta)
Primero, blanca como la nieve.
Más tarde, verde como pradera.
Después tan roja como la sangre.
Y al fin tan negra como la noche.
(La zarzamora)
Redondo, redondo como un tostón
y tiene dientes como un ratón.
(El abrojo: grano comestible, con protección espinosa. Es igual que la castaña de agua)
Tela sobre tela,
paño sobre paño,
si no me lo adivinas
no te lo digo en un año.
(La cebolla)
Tengo el corazón en la cabeza.
Vivir en una pata es mi proeza.
(La col)
Tú no te imaginas qué extraña es mi suerte:
salgo de la tierra y voy al mercado.
Llego a la cocina y una mano fuerte
me mata y destroza. Como resultado
enseguida llora sin dolor de mi muerte.
(La cebolla)
Cuando me observas de lado,
parezco una cordillera.
El don que me fue otorgado
es dar forma a la madera.
(La sierra)
Cuanto más profunda es,
tú mucho menos la ves.
(La oscuridad)
De noche llegaron sin ser invitadas.
De día se perdieron: no están extraviadas.
(Las estrellas)
Largo, largo como un camino
y goza, goza como un cochino.
(El río)
Pálida es mi cara, pero muy hermosa,
a veces de tarde se me ve borrosa,
en cambio de noche brillo como ninguna,
sobre el mar, sobre el río o sobre la laguna.
(La luna)
Si no hay, se ve;
si hay poca, se ve;
si hay mucha, no se ve.
¿Qué será?
(La oscuridad)
Soy el que jamás descansa
y va y viene sin cesar.
Nunca me puedo secar.
Jamás te aburre mi danza.
En presencia o añoranza
tú siempre me vas a amar.
(El mar)
Tiene lecho pero no duerme,
tiene boca pero no habla.
(El río)
Un cestito de avellanas
que por el día se recogen
y por la noche se esparraman.
(Las estrellas)
Una cosa kikiricosa
que va por el agua
y nunca se moja.
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